miércoles, 15 de junio de 2011

Relatos de terror "llantos de lluvia"


LLANTOS DE LLUVIA

Está lloviendo. Una lluvia tranquila o es lo que parece.

En este pueblo no llovía antes así. Mi pueblo brillaba mas que ninguno, rara vez era eclipsado por las nubes del firmamento. O eso es lo que cuentan los ancianos del lugar. Dicen que no han vuelto a ver un día soleado al completo desde que pasó aquella “catástrofe” hace cincuenta años.
Cuentan que por aquellos tiempos unos bandoleros dominaban el pueblo, ni los oficiales eran capaces de hacerles frente con sus armas. Un día intentaron llevarse a la esposa de un buen hombre, pero este se resistió y fue asesinado, al igual que su mujer. Su hija lo vio todo y corrió por las calles empapadas por una de las raras lluvias que caían en el lugar pidiendo ayuda por ella. Pero nadie la socorría, se encerraron en sus casa e hicieron oídos sordos por miedo a represalias, mientras miraban por sus ventanas.
Cuentan que la niña cayó al suelo completamente mojada por la lluvia presa de dolor por la soledad, por que ella sabía que nadie la ayudaría, que nadie la acogería y mientras, derramaba sus lágrimas que se confundían con el temporal.
Y entonces ocurrió algo, la niña se desvaneció, no como si se convirtiera en humo simplemente o desaparecía, no... Su cuerpo y todo lo que la formaba se derramó en el asfalto en forma de agua.

Los ancianos cuentan, que las gotas de lluvia en realidad son sus llantos, pidiendo compañía, ayuda...O incluso gritos de venganza. Nadie los cree, todos piensan que son solo historias para asustar a los niños.

Miro por la ventana, hacia el cielo. Y es verdad, parece que llora, que sufre y me es imposible dejar de mirar como cae cada gota, al igual que las gentes del pueblo con la niña, que la observaban, pero no hacían nada.

-¡Cosset! Sal y compra el pan por favor-grita mi madre desde las escaleras.
Cojo mi típica chaqueta para estos días y salgo de la habitación. No hace falta que le dé una respuesta a mi madre, ella sabe que yo siempre hago lo que me pide.
La lluvia aumenta su fuerza de caída. Se podría decir que antes sollozaba, ahora son llantos que retumban por las paredes.
No me desagrada cuando la lluvia me empapa a pesar de estar oculta bajo un paraguas. Después de dieciséis años viviendo entre su humedad acabas aceptándola como una amiga de toda la vida.

Giro para dirigirme hacia la siguiente calle, donde se encuentra la panadería.
Poca gente se encuentra entre las calles, tampoco es que sea una hora demasiado marcada para que la haya, esto me agrada, disminuyo mi paso, me gusta dejar mi mente en blanco escuchando los llantos lluviosos sin tener que esquivar a nadie.
Me es imposible imaginar este pueblo sin su olor húmedo y mezclado con su limpio aire, al igual que la imagen que forma, a la vez tan movida como tediosa. Es hermosa.
Sol... que rara palabra, es algo que nunca he visto en su totalidad. Calor... Me es imposible creer que exista sin un buen suéter combinado con una chaqueta.

Compro dos barras de pan. Converso un poco con la dependienta, que es muy buena amiga de mi madre, me conoce de siempre al igual que yo a ella.
-Hoy el día está muy raro-cometa con una expresión de duda.
-¿Por qué lo dice?- miro por la ventana de su tienda, sigue lloviendo con intensidad.
-Nunca llueve tanto y tan seguido, siempre alternándose, y para de vez en cuando. Lleva días lloviendo así.
-Debe de ser por la fechas en las que estamos, no se preocupe. Además ya estamos preparados para tiempos como estos.
-Si... Es verdad- susurra.
Salgo de la tienda con mi pan caliente y recién hecho. Las calles se encuentran completamente desiertas y aguadas, sin ningún coche. La lluvia va en aumento y me impide ver bien por donde paso.

-¡Ayudaaaa!

Una niña de pelo negro largo, con un vestido blanco como la nieve, aparece de repente por mi lado corriendo despavorida, casi no la distingo por el temporal. Pego un bien salto al escuchar el grito. Giro mi rostro y la veo entrar en la calle que da a la plaza. Suelto el paraguas y con la bolsa del pan en la mano voy en su búsqueda, quiero saber si necesita ayuda o qué es lo que le ocurre ¿Se habrá perdido?

La encuentro en el centro de la plaza. De rodillas dándome la espalda, con las manos en la cara llorando. La imagen hace que mis piernas tiemblen, algo no va bien y la niña no me suena de haberla visto alguna vez. Pero pese a mi miedo,me acerco a ella, con una sonrisa tranquilizadora.
-No te preocupes... Todo saldrá bien ¿Dónde está tu mamá?-le digo poniendo mi mano en su hombro, está helada y completamente empapada.
Algo de lo que le digo no le gusta, porque aumenta su llanto hasta llegar a un grito.

-¡TROOOOUUUN!

Pego un salto hacia atrás, un trueno retumba en la escena a la misma vez que produjo su grito. El pan hace un ruido hueco y acaba impregnado del liquido cristalino.
-¿Tú también te vas a quedar mirándome?- la voz de la niña es completamente ronca e inhumana. La lluvia cae en forma de tormenta impidiéndome ver cualquier cosa.
-¿De qué hablas?-consigo decir.
-Ya estoy harta de que os quedéis mirándome, por más que llore no me hacéis caso.
Distingo como se acerca a mí. Me agarra la chaqueta y fija su mirada en la mía.
Su piel es completamente blanca, con un toque azulado, pero intacta, como el mármol. Y sus ojos...Son completamente cristalinos, de los que miles de lágrimas se desprenden de ellos con la más profunda tristeza...Y odio.
-Me quitasteis lo que mas quería y os quedasteis mirando como sufría. Ahora seré yo la que quitaré y miraré.
….
….
….

Cosset entra a su casa. Con una bolsa de pan calentita y recién hecha.
Va directa a la cocina donde se encuentra con su madre, le deja las barras de pan en la encimera y le da un beso.
-¿Por qué has tardado tanto? La panadería no está muy lejos-pregunta su madre, ha estado preocupada por su querida Cosset.
-No te preocupes mamá. Vi a una amiga y estuvimos hablando, nada más-contesta Cosset con una hermosa sonrisa de satisfacción.
-Anda, ve y cambiate, estás empapada, menuda tormenta que ha caído. Hacía años que no escuchaba estruendo semejante.
-Alguien debe de estar muy enfadado o muy triste... Jeje- dice Cosset riéndose.
-Que cosas más raras dices hija, corre y cambiate que lo estás poniendo todo perdido- le riña su madre, sus botas machan el suelo marcando sus huellas y la vez que su ropa desprende agua por doquier.

Cosset sube las escaleras rápidamente para no molestar más a su madre. Entra en el baño con ropa limpia, la más calentita que tiene en el armario, pero no se da un baño. Se seca su pelo con el secador a la temperatura máxima. Deja su ropa mojada en el cesto de la ropa sucia como si fuera lo más asqueroso que ha visto en su vida y se lanza de un salto a su cama. Se envuelve entre sus sábanas y mira a su alrededor. Tiene la ventana justo al lado, pegada a la cama. Se pone de rodillas sobre la cama y apoya su mano en la empañada ventana con una expresión melancólica. Pero de pronto una curva en forma de sonrisa, aparece en su rostro.

-¿Que se siente cuando solo te miran... Cosset?

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