miércoles, 17 de febrero de 2010

Zona "Relatos de terror"




Inauguro esta zona. Soy fan de los relatos de terror. Publico mis historias en una pagina y ya que tengo este blog, he decidido publicarlas aquí. De vez en cuando pondré una nueva, espero que os gusten.


LA SOMBRA DE MI SOMBRA



Acabamos de mudarnos a un pequeño pueblo perdido en el bosque, mi pueblo natal, nos fuimos del pueblo cuando tenía doce años ya que mi padre era fotógrafo y buscó un trabajo en el que le permitiera irse del pueblo, nunca le pregunté por qué. Casi no recordaba nada de este lugar, todos los recuerdos eran muy vagos. Cada vez que intentaba recordar algo me entraba un miedo indescriptible, por eso dejé de intentarlo. Estábamos en otoño y todo nuestro alrededor estaba teñido de marrón, amarillo y naranja, la imagen que se formaba era espectacular.
Salí de mi casa para poder disfrutar del paisaje y así recordar mi infancia, pero por mucho que lo intentara no lo conseguía. Iba muy distraída y por eso no lo vi venir, un chico se abalanzó sobre mí con mucha fuerza, caí de espaldas al suelo y me golpeé la cabeza contra el asfalto.
-Ay!!!
-Perdón... lo siento, iba corriendo y no te vi- me alzó su mano y yo la tomé, era un poco alto, con el pelo corto y negro y sus ojos parecían un poco sin fondo, completamente oscuros, su cara me era familiar.
-No pasa nada, yo también tengo parte de culpa, no miraba por donde andaba, jeje.
-¿Eres nueva por aquí verdad?- me preguntó con curiosidad.
-No exactamente, viví aquí de pequeña pero mi padre es fotógrafo, se dedica a fotografiar lugares de todo el mundo, así que eso implica ir de un lado para otro.
-Debes de pasarlo muy mal al tener que dejarlo todo y volver al empezarlo, sobre todo con los amigos- dijo con tristeza.
-Estoy acostumbrada, y no hago amigos fácilmente, casi nunca abandono un lugar y a la vez amigos.- a veces pensaba que tenía la peste, cuando intentaba entablar conversación con alguien, este me miraba con asco y se iba, por eso ya solo quería pasar desapercibida para todos.
-Pues ahora tienes uno, mi nombre es Gabriel, encantado.
-Encantada, mi nombre es Jenifer, pero llamame Jeny.- me caía muy bien Gabriel, era muy fácil hablar con él y no había salido corriendo, que eso ya es un logro.
-¿Quieres que te presente a mis amigos?- Oh, oh, sus amigos... Seguro que no les caeré bien.
-Va..vale- entonces empezó a andar y yo le seguí.

Mientras andábamos, iba recordando todo lo que veía a mi alrededor, las cafeterías, las tiendas, los parques, pero solo eran pequeños flashes que se mezclaban en mi mente...
Llegamos a una plaza donde había un grupo de chicos y chicas hablando muy animados. Gabriel me guió hasta ellos y me presentó.
-¡¡Hola chicos!! Esta es Jeny, se ha mudado hace poco al pueblo, pero vivió aquí cuando era una niña.-Todos me saludaron con una sonrisa y se pusieron a hacerme preguntas sobre mí, donde vivía, que gustos tenía, que ropa me gusta mas...
-¿Cuántos años tienes Jeny?- Me preguntó una chica, creo que se llamaba Sara.
-Tengo diecisiete ¿Y vosotros?
-Todos tenemos dieciocho, eres la mas pequeña de aquí- odiaba esa palabra, y no recodaba por qué, pero siempre la odié.
-Vamos a celebrar esta noche una hoguera, es como una fiesta que llamamos “sesión de medianoche” en ella contamos historias de miedo de todo tipo- no me hacían mucha gracia las historias de miedo, pero todos ellos me habían aceptado y eso se lo tenía que agradecer.
-¡Claro!¿Dónde lo hacéis?
-No te preocupes por eso, yo voy a por ti a tu casa.- me dijo Sara muy animada.

Llegó la hora de la “sesión de medianoche”, me había preparado una historia sobre una carretera en la que se aparecía una chica que provocaba que tuvieras un accidente, no era una historia muy buena, pero al menos era algo. Sara me recogió en mi casa, iba completamente vestida de negro y muy bien pintada, me avergoncé de no ir vestida para la ocasión, llevaba unos vaqueros oscuros y una camiseta a rayas blancas y negras, parecía una ladrona ex convicta , pero era lo único que encontré entre todas la cajas de la mudanza.
Entramos dentro del bosque, a lo lejos vi una luz muy intensa, seguro que eran los demás. Y lo eran, todos estaban allí vestidos de negro.

-¿De que cárcel te as escapado?- bromeó Gabriel, me puse roja como un tomate, pensé en mi fuero interno. Nos hicieron un hueco alrededor del fuego, me dieron una coca-cola y se dispusieron a empezar.

Estaba por salir corriendo, sus historia eran para que se te pusiera la piel de gallina, y mi historia no fue nada comparada con las de los demás. El último en relatar fue Gabriel.
-Esta historia la llaman “la sombra” y cuentan que ocurrió de verdad- todos se pusieron a reir. En todas la historias se decía lo mismo, “ocurrió de verdad”.

-Cuentan que había un chico al que todo el mundo en el colegio lo tomaban como objeto de diversión,le hacían bromas, le quitaban la merienda, lo insultaban...Él chico ante esto solo deseaba una cosa...”Quiero ser mi sombra”. Un día los chicos que todos los días le quitaban la comida, lo persiguieron ya que él se negó a dársela, lo siguieron hasta un callejón. Nadie supo que pasó allí, solo se sabe que de aquel callejón salió un grito que decía “!!Quiero ser mi sombra¡¡”. Después de aquel día nadie volvió a ver a los abusones y aquel chico siempre lo veías riendo, pero cuentan que si te fijabas en su sombra, esta tenía las manos en la cara, como si estuviera llorando...

El relato me heló la sangre, por una extraña razón toda esa historia me parecía muy familiar, como si yo misma la hubiera vivido. Apagaron el fuego y nos fuimos, pero iban por otro camino, yo los seguí, seguramente iríamos a alguna parte. Al cabo de un rato andando entre la oscuridad, Gabriel y los demás se pararon en mitad del bosque y dijeron:
-Es hora de que ajustemos cuentas, “pequeña Jeny”- aquellas palabras, me hicieron recordar algo, algo muy lejano. Insultos, empujones, gritos, sollozos, burlas...A mí huyendo por un pasillo, era mucho mas pequeña que ahora, llevaba una gran mochila, y tenía los ojos empapados de mis lágrimas, entré en una clase con la respiración entrecortada, la puerta se abrió y entraron un grupo de chicos de unos trece años, yo solo tenía doce. Uno de ellos sonreía con malicia, tenía el pelo negro al igual que los ojos... era él, los demás que entraron los reconocí, eran los mismos que estaban conmigo en el bosque. Dos de ellos me agarraron y me sacaron de la clase, me arrastraron hasta otra y me metieron en un sitio oscuro y pequeño... Un armario. Me abandonaron allí, recuerdo mis gritos de suplica, el sonido de los golpes contra la puerta, la oscuridad, el dolor... y también las horas que pasé allí. Ahora entiendo por que casi no recordaba nada de mi vida en este pueblo, todo eran malos recuerdos, sobre los chicos del colegio insultándome y hasta pegándome. “Pequeña Jeny” así me llamaban.
-Vosotros...-fue lo único que conseguí decir al salir de mi shock.
-Parece que ya nos recuerdas, nos llevamos una buena, a mí me metieron en un correccional por chivarte.
Todos se abalanzaron sobre mí y volvieron, como aquella vez, a arrastrarme, me llevaron un agujero, como una especie de pozo o hoyo, y me tiraron allí. Caí y el dolor hizo acto de presencia, tuve suerte de caer de buena manera si no me abría roto algo. Al levantarme y mirar hacia arriba no vi a nadie, me dejaron sola... otra vez. Intenté escalar pero caí, empecé a gritar como aquella vez, no sirvió de nada. Me senté y lloré.
¿Por qué me hacían esto?¿Que es lo que hago mal para que todo el mundo me odie? Yo solo quería tener unos pocos amigos y si no podía tenerlos simplemente pasar desapercibida, desapercibida, que era lo que había intentado hacer toda mi vida. Ahora lo recordaba todo, de niña nunca quería llamar la atención por temor a que la tomaran conmigo, pero todo era inútil, siempre era yo la que se llevaba todas las burlas. Recordé el relato de Gabriel y entendí porque aquel chico deseaba ser una sombra, era lo mejor para que no te hicieran daño. Ahora yo también lo deseaba, en ese momento no me importaría ser una sombra, a ellas no les pasa nada malo, solo siguen e imitan al que las produce.
-¡QUIERO SER UNA SOMBRA!-grité para desahogarme necesitaba deshacerme de toda esta rabia
-Quiero ser mi sombra...-sollocé, hasta quedarme inconsciente.



Yo no quería esto... Mis piernas se movían pero yo no las movía, mis manos sujetaban un objeto pero yo no lo sostenía, mi boca sonreía pero yo solo lloraba."Yo también sufría" me dije a mi misma, pero yo no me lo dije.
Me acerqué a Gabriel que estaba sentado en un banco, pero yo no quería acercarme. Él me miró y a la vez no lo hizo.
Levanté el hacha que tenía en mis manos y a la vez no lo hice.
-Es hora de que ajustemos cuentas, “pequeño Gabriel”- dije y a la vez no lo dije.
Yo solo lloraba con la cabeza gacha y con las manos en la cara mientas me seguía, nadie me prestaba atención, pasaba “desapercibida”,solo podía mirar lo que estaba pasando sin poder impedirlo.¿Cómo podía hacer algo? Yo solo era la sombra de mi sombra.




No hay comentarios:

Publicar un comentario